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lunes, 20 de abril de 2015

Refugiados en Francia. Tampoco a nosotros nos quieren aquí: La Memoria al servicio de la Justicia. Día 110

Lo conseguimos. Cruzamos a pie tras una dura travesía por trochas y sendas de mala muerte. Hemos ascendido terribles pendientes y trepado por enormes repechos cargando con los hatos de ropa y con un poco de comida. Padre y madre apencan con casi todo el peso, mientras yo jalo unas veces de la mano de mi hermano pequeño y otras acarreo con él, cuando de tan fatigado que está no se tiene apenas en pie. Al anochecer nos refugiamos del cortante viento tras las peñas de las cunetas y dormimos apretados unos contra otros para darnos un poco de calor. Tras subir las cuestas del Colleges dels Belitres, al poco de pasar junto a Portbou, llegamos a Francia.

Allí los gendarmes nos separan de Padre y de los otros hombres que vienen con nosotros. Los registran buscándoles armas y los ponen a caminar por la carretera, custodiados por obscuros senegaleses camino de los campos de concentración. Mientras, a los niños, madres y abuelas nos suben en traqueteantes camiones, que nos llevan hasta el albergue de la Mauresque, cerca de Port-Vendres. A nosotros nos dan mantas, pues todavía estamos a 30 de enero de 1939 y las autoridades galas no han calibrado aún la magnitud del inmenso éxodo que en días venideros colapsara los puestos fronterizos de la raya y acabará con todos los suministros y con la que creíamos generosa actitud del gobierno francés, que se volverá mezquina desde entonces. Los fotógrafos de prensa internacionales se ceban en nuestra lastimera imagen. Padre maldecía cuando lo dejamos atrás. Madre llora. Mi hermano solloza de puro cansancio. Somos refugiados. No podemos volver porque los asesinos acechan tras la linde con España. Como otros muchos, padre morirá de tifus o de una disentería galopante, a saber, producto de contagio en el campo de concentración. Nosotros, los supervivientes del naufragio de una ilusionada República frustrada, de un valiente Pueblo que quiso gobernarse vánamente a sí mismo, nunca regresaremos.


Fuente de la imagen: cervantesvirtual.com