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miércoles, 17 de junio de 2015

¡Adiós para siempre, AMHyJA!: La Memoria al servicio de la Justicia. Día 168

El comprometido periodista Isaías Lafuente recordaba en su extraordinario trabajo "Esclavos del franquismo" la sentencia o más bien la recomendación admonitoria --¿que otra cosa podía ser, si no?-- pronunciada por el teniente general Manuel Gutiérrez Mellado (ya sabes, algo así como "si no me escucháis, los sables dejarán de hacer ruido y comenzarán a cortar") ante el entonces presidente Felipe González, advirtiéndole de que no desenterrara los ecos de la pasada guerra civil hasta que al menos no hubieran muerto todos los que en ella participaron. Y así fue: el Equis González, Alfonsito Guerra y correligionarios se la envainaron, tragaron sapos y culebras y lanzaron una meteórica patada a seguir al estilo cinco naciones traspasando metafóricamente a la siguiente generación la nunca conseguida cuchara de madera, a esa inerme generación que luego tuvo que batallar con el canalla Aznar y con sus cómplices del genocidicio irakí de lesa Humanidad. Décadas después, la resolución de una injusticia universal y casi ya eterna sigue aún no resuelta. La Ley de la Memoria zapateril, ¡que guay es nuestro talante!, fue incompleta, tímida, absurda y nefasta: descargó en las espaldas de los deudos supervivientes el trabajo de investigar, documentar, localizar, buscar expertos forenses y arqueólogos, presupuestar, exhumar y facturar los costos de dignificar sólo merced a la iniciativa privada lo que hubiera sido de justicia que el Estado asumiera por imperativo legal. Así, la Ley fue desde su nacimiento insuficiente y cobarde. Y con el paso de los años, fueron muriendo sin reparación los protagonistas supervivientes de las matanzas, de las cárceles y de las torturas. Además, para mayor escarnio, los focos mediáticos que hablaban de la represión se centraban, y aún se centran, en la guerra y su inmediata postguerra y deliberadamente olvidan los crímenes franquistas cometidos durante 40 años, hasta bien entrado el año 1978, tres después de la plácida mudanza al Infierno del entubado sanguinario capataz de la oligarquía, para que los actuales beneficiarios de los crímenes no vieran perturbada su inmoral seguridad jurídica.

¿Y ahora? ¿Qué somos ahora? ¿Quiénes y cuantos quedamos de los que sostenemos que restaurar el acervo ideológico de nuestros mayores pasa necesariamente por reivindicar y dignificar sus vidas, sus muertes y sus memorias? Pocos, muy pocos. Pero hoy, aún menos todavía. Me cuentan en un correo que la junta rectora de AMHyJA ha determinado su disolución. Sí, la andaluza amhyja de Rafael López Fernández, la amhyja de Paqui Maqueda y de Concha Morón, la plural y abierta amhyja creada en 2003, la que participó decididamente en la elaboración de los mapas de fosas de Sevilla, Cádiz y Huelva, la que protagonizó la fundación de "Todos los Nombres", la que exhumó cientos de asesinados en Puebla de Cazalla, Zalamea la Real, Cazalla de la Sierra, Encinasola, El Madroño, la que se adhirió a la querella argentina, la que la Comisión de la Verdad..., AMHyJA se disuelve. Por falta de impulso, quizás por disparidad de criterios, AMHyJA ha determinado desaparecer y entregar su patrimonio, biblioteca y saldos bancarios a Todos los Nombres.

Sin ahondar en las causas, sin conocer los detalles pues no lo pretendo, sin saber más que lo que han querido que se sepa, los memorialistas de izquierda-- esos que cuando nos juntamos ni siquiera somos  los suficientes como para sujetar una triste pancarta, esos, nos sentimos hoy un poco más sólos. Y más huérfanos. ¡Adiós para siempre, AMHyJA!



Prisioneros republicanos en un frente ignorado. Fuente de la imagen: uhu.es